Fuente: Diario Los Andes
El nombre de Miguel Ángel Giaquinta, fallecido en agosto pasado, trasciende en forma de becas a estudiantes en Tupungato. La empresa Belatrix Software, ubicada en Chacras de Coria -donde trabajaba Giaquinta-, las creó junto a Fonbec “en homenaje a los valores que él siempre representó”, con la misión de colaborar para que otras personas puedan alcanzar sus objetivos y desarrollarse personal y profesionalmente.
Estas becas se encuentran sujetas a apadrinamientos por parte de los entonces compañeros de trabajo de Giaquinta y alcanzan a 10 chicos de la Escuela Hogar “Eva Perón” ubicada en el Parque San Martín.
Conociendo a Miguel
En una charla íntima con el bodeguero Miguel Giaquinta, su padre, Los Andes obtuvo datos que permiten entender la trascendencia de este querido tupungatino.
Amado por su familia y amigos, admirado por conocidos y compañeros de trabajo, “Miguelito” falleció de un paro cardíaco a los 27 años en agosto dejando un gran vacío, pero también muchas enseñanzas que permiten recordarlo con un gran amor y admiración.
A los 16 años fundó un periódico de tirada local llamado “El Volcán”, en el cual como editor dio las primeras señales de su compromiso real con la sociedad. En este emprendimiento, junto a su hermano Francisco y al profesor Gustavo Cortez, Miguel supo a edad precoz abordar responsablemente la comunicación local.
Sus hermanos lo definieron como un chico callado, reservado, muy responsable y detallista, de momentos perspicaces y con arranques que alegraban a toda su familia. Su padre lo definió como su segundo nombre, “un ángel” con un “corazón enorme”.
Con una gran humildad y un bagaje de virtudes, sumado a la habilidad para las matemáticas, se formó en la UTN como ingeniero en Sistemas. En este proceso Miguel Ángel pasó por momentos muy difíciles, ya que sufrió un accidente en el que la camioneta en la que viajaba con parte de su familia fue arrastrada por una creciente y sus extremidades fueron apretadas por el vehículo arrancándole la mitad de una pierna.
“A mi hijo en ese momento le salvaron la vida un gran médico en Tunuyán, que le realizó limpieza toda la noche, y en Mendoza el doctor Matías Roby, quien lo ingreso al quirófano 18 veces”, contó su padre con un rostro lleno de agradecimiento. Una vez dado de alta, en vez de volver a casa para recuperarse, se dirigió al departamento donde vivía mientras estudiaba en la calle Catamarca y con muletas y mucho esfuerzo continuó sus estudios para no retrasarse, signo de la responsabilidad con la que afrontó cada objetivo en su vida.
La empresa de software fue a buscarlo a la universidad 8 meses antes de recibirse, apostando a su capacidad y a sus calificaciones. Desde ese momento, “Miguelito” desarrolló productos de venta internacional, pero sobre todas las cosas dejó momentos inolvidables para directivos de la empresa y compañeros de trabajo.
Supo trascender mas allá de todo, y logró durante y después de su vida conquistar la admiración de cada persona con la que se relacionó. Puede resultar corta una nota para describir la grandeza que tuvo este joven para los familiares y el dolor que causó su partida a toda una generación de jóvenes de Tupungato.
“Si tuviera que pedir que lo recuerden de una manera deseo que sea con cariño”, dijo su padre, afirmando que este “Ángel” sigue entre nosotros.
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